El influyente expresidente de Kazajistán destaca su rol de "jubilado" y niega todo conflicto con su sucesor
El influyente expresidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, aseguró el martes ser un "jubilado" y negó todo conflicto con su sucesor, después de los mortíferos disturbios que sacudieron este país de Asia Central a principios de enero.
"Soy un jubilado y actualmente estoy descansando en la capital de Kazajistán. No he ido a ninguna parte", afirmó Nazarbáyev, que aparece por primera vez desde los disturbios en un video, sentado en una oficina delante de banderas kazajas.
Nazarbáyev aseguró que su sucesor, Kassym Jomart Tokayev, a quien cedió la presidencia en 2019, "tenía todas las facultades".
"Por lo tanto, no hay ningún conflicto o confrontación dentro de la élite", agregó, denunciando "rumores sin fundamento".
Nazarbáyev se refirió a los mortíferos disturbios que tuvieron lugar en Kazajistán a principios de enero afirmando que el objetivo de los manifestantes era "destruir la integridad del país y los fundamentos del Estado".
"Esta tragedia se ha convertido en una lección para todos nosotros. Es importante descubrir quién organizó todos estos pogromos y asesinatos", añadió el expresidente kazajo.
La ira de los alborotadores estaba dirigida en particular contra Nazarbáyev, acusado de haber hecho prosperar la corrupción en esa antigua república soviética de Asia central, a la que dirigió durante casi tres decenios.
Después de su salida de la presidencia en 2019, Nazarbáyev había mantenido un papel influyente en la política de su país, atribuyéndose el título de Elbassy, Jefe de la Nación en kazajo, y conservando la cabeza del influyente Consejo de Seguridad.
Pero desde los disturbios, su sucesor, Kassym Jomart Tokayev, fortaleció su propia influencia y asumió la dirección del Consejo.
Varios familiares del exdirigente tuvieron que abandonar importantes puestos y al menos uno de ellos, que dirigía los servicios secretos, fue encarcelado.
Tokayev también denunció el papel desempeñado por Nazarbáyev en el enriquecimiento indebido de las élites que ha alimentado la ira popular en los últimos años.
Sin embargo, el presidente actual consideró que los disturbios eran el resultado de un ataque terrorista a gran escala procedente del extranjero, pero no aportó pruebas.
(O.Joost--BBZ)