Entre ruinas en una ciudad turca, sus habitantes se consuelan salvando animales
Con cascos y una linterna, unos rescatistas penetran en lo que queda de una casa derrumbada, en la ciudad turca de Antakya. Buscan salvar a Asghar y Nouma, dos toros atrapados bajo los escombros que dejó el devastador terremoto.
Desde que el sismo de magnitud 7,8 sacudió la región el pasado 6 de febrero, dejando 44.000 muertos en Turquía y Siria, cientos de gatos, perros, conejos y pájaros siguen bloqueados entre los cascotes de esta ciudad del sur de Turquía.
La de Nazli Yenocak se derrumbó al igual que otros 75.000 edificios de los que ya no queda nada.
Esta mujer de 47 años considera que tuvo suerte porque toda su familia se salvó, aunque de momento duermen en una tienda en medio del jardín.
Pero sus dos toros siguen atrapados. "Escucharlos tan tranquilos me hace llorar", explica. Durante 11 días, Yenocak los alimentó a través de un agujero.
Luego decidió contactar a los rescatistas de Haytap, una asociación turca de protección de los animales, que tras horas de esfuerzos y con la ayuda de socorristas alemanes y austriacos, lograron sacar a los animales.
Haytap consiguió rescatar a 900 gatos, perros, conejos, vacas e incluso pájaros de entre las ruinas de la ciudad.
- Como estrellas de rock -
En el lugar donde están instalados los voluntarios, se festeja, aplaude y graba a los animales rescatados como si fueran estrellas de rock.
En un primer momento, los miembros de la organización cuidan a los animales heridos, antes de trasladarlos a un refugio, afuera de la zona afectada.
En la tienda veterinaria de Haytap, unos gatitos duermen en incubadoras, alimentados con biberón. La ONG también proporciona puntos de alimentación para animales por toda la ciudad.
Quince días después del sismo, las pocas señales de vida que llegan de entre las piedras y el polvo que recubre las calles provienen en muchas ocasiones de los animales.
En un rincón de la ciudad, un perro duerme al lado de un sofá totalmente dañado. En otro lado, un gato se limpia en lo que queda de una cocina.
Unas calles más allá, otro perro empieza a ladrar en el primer piso de una casa afectada. "Podría bajar, pero se queda por fidelidad a sus dueños", explica Efe Subasi, de 27 años, uno de los voluntarios de la oenegé.
Encontrar a supervivientes se ha convertido ahora en un milagro. Por eso, cuando se salvan animales, "logramos sentirnos un poco mejor", explica Subasi, cineasta de profesión.
Historias parecidas han salido a la luz en otras ciudades de Turquía. En Gaziantep, por ejemplo, el gato "Enkaz" [escombros, en turco] vive pegado a su rescatista y se volvió un héroe de las redes sociales.
Mehti Fidan, un responsable veterinario de Estambul, explica que los perros y gatos sobrevivieron más tiempo porque pueden pasar entre los escombros hasta encontrar comida.
"Pero cuando llegan a nosotros, los gatos tienen las pupilas dilatadas. Los perros no nos dejan acercarnos a ellos. Están traumatizados, como los humanos", señala.
(P.Werner--BBZ)