El "infierno" de los trabajadores víctimas de tráfico en Camboya
Traficado, golpeado y encerrado lejos de su familia en China, Lu es una de las miles de personas forzadas a trabajar en Camboya en negocios de estafas en línea para llenar los bolsillos de sus captores.
Los confinamientos por el covid dejaron a este obrero sin trabajo. Cuando escuchó que podía ganar 2.000 dólares al mes en un proyecto de construcción en Camboya, no dejó escapar la oportunidad.
Pero pronto se dio cuenta de que se había dejado engañar por un grupo de estafadores hasta un complejo frente al mar en Sihanoukville junto a cientos de otras personas.
Allí lo obligaban a trabajar en turnos de 12 a 16 horas, rastreando redes sociales y aplicaciones de citas en busca de víctimas a las que estafar.
"Una vez que llegué, era demasiado tarde para escapar", dice a la AFP Lu, de 34 años. "Pero mientras seguía con vida, lo continuaba intentando", explica.
Gente de toda Asia se vio atrapada por estafas similares. Algunos, como Lu, pudieron salir. Otros, miles, se cree que están todavía retenidos.
En agosto, el relator especial de la ONU por los derechos humanos en Camboya, Vitit Muntarbhorn, dijo que las víctimas de tráfico "experimentaban un infierno en vida, a menudo resultando en tortura o incluso muerte".
- Barrotes y alambre -
Sihanoukville era un tranquilo destino costero hasta verse transformado por enormes inversiones chinas.
En años recientes florecieron decenas de casinos, atrayendo tanto a jugadores chinos como grupos criminales internacionales.
Con las restricciones de viaje impuestas durante la pandemia, estas organizaciones cambiaron de enfoque.
Jeremy Douglas, de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), dijo que "los grupos criminales llevaron sus negocios de casinos en línea y algunos añadieron estafas en línea y telefónicas".
Un miembro de estos grupos que habla a la AFP bajo anonimato asegura que los primeros en caer en estas operaciones fueron ciudadanos chinos que ya estaban en Camboya.
Después, las organizaciones empezaron a traficar a gente dentro del país.
Douglas asegura que "miles, y algunos han estimado decenas de miles" de personas fueron engañadas.
Para impedir que las víctimas huyan, los complejos disponen de barras de metal en las ventanas y alambre de púas.
"Una vez que llegaban al complejo, no podían salir", dice el miembro del grupo. "Algunas personas eran golpeadas y torturadas y vendidas si se negaban a engañar a otras".
Dentro de Camboya estas ventas se producían entre grupos, dice esta fuente. Aquellos con buenos conocimientos informáticos o de inglés podían venderse por hasta 50.000 dólares.
- "Mafia de verdad" -
La AFP entrevistó a cuatro víctimas de tráfico, engañadas con lucrativas ofertas durante la pandemia.
Un chino-malasio de 38 años llamado Roy aseguró que fue recibido en el aeropuerto de Phnom Penh por una mujer con elegante ropa de oficina que lo subió a un coche para ir hasta Sihanoukville, a cinco horas.
Allí fue llevado a un bloque de apartamentos de una decena de pisos donde se mezclaban los hogares con el espacio de oficinas.
"Simplemente parecía una oficina normal, con tres filas de mesas con monitores y teclados", dice. Pero "una vez que entras sabes que no haces servicio al cliente".
Le quitaron el pasaporte y le obligaron a crear perfiles falsos en redes sociales y aplicaciones de citas.
Amenazados, les presionaban para convencer a sus víctimas de invertir en criptomoneda u otros engaños o para construir relaciones de amor falsas en línea y pedir a sus amantes que les ayudaran a pagar unas deudas.
No existen datos fiables sobre cuánto dinero obtuvieron estas mafias, ni tampoco a quién iba a parar, asegura Douglas de la UNODC.
El miembro de la mafia en Sihanoukville dice a la AFP que no sabe para quién trabaja. "No sabemos quién es quién (...) Son mafia de verdad", afirma.
- Palizas y shock eléctrico -
Los estafados que plantaron resistencia pagaban un alto precio. El peón Lu explica que era "golpeado bastante a menudo" porque lo descubrían intentando escapar.
Otros explican que los secuestradores usaban porras eléctricas o encerraban a los empleados en salas demasiado pequeñas para que estuviensen de pie y sin acceso a agua, comida o luz durante horas.
"Le pedían a alguien que se tumbara y le pegaban como si fuera un perro", dice Roy. "A veces recibían shock eléctrico, patadas y shock".
Él, dentro de lo que cabe, tuvo suerte. Tras decirle que podía comprar su libertad por 20.000 dólares, fue liberado tras contactar con el grupo de víctimas taiwanés Global Anti-Trafficking Organisation (GASO).
Otros optaron por salidas más drásticas: en agosto, decenas de vietnameses escaparon de un casino en la provincia meridional de Kandal y nadaron por un río hasta su país.
La atención sobre estos casos creció. Después de meses negándolo, el primer ministro camboyano Hun Sen ordenó cazar a los estafadores y las autoridades realizaron algunas detenciones de alto perfil en agosto.
En septiembre, la policía liberó más de 1.000 extranjeros de tres complejos en Sihanoukville. En uno de ellos Lu fue liberado.
- ¿Cómo volver? -
Observadores internacionales y grupos de derechos son escépticos sobre la profundidad de la acción del gobierno. Algunas temen que, en vez de cerrar, los grupos se reubican en otros lugares.
"Hoy es una operación en Camboya, pero mañana una organización bajo presión se va y se traslada a Birmania, Laos o Filipinas. Esto ha pasado", dice Douglas.
El destino de los liberados es incierto. Lu ha evitado la detención migratoria, pero explica a la AFP que no puede permitirse el boleto a China para volver con su mujer y su hijo de nueve años.
Un portavoz de la diplomacia china dijo a la AFP que trabaja con Camboya para luchar contra el crimen transnacional y que defiende la seguridad y los derechos de sus ciudadanos en el extranjero.
Pero Lu no recibió ayuda de la embajada. "La embajada china solo tiene una cosa que decir: +Los adultos deben pagar por sus decisiones+", dice.
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(T.Renner--BBZ)