General que lideró rescate de niños en la Amazonía agradece a la "espiritualidad" indígena
Cubierto de picaduras de mosquitos en manos y cuello -y por momentos al borde del llanto- el general Pedro Sánchez da detalles sobre "una de las operaciones más retadoras" de su carrera en la que lideró el rescate de cuatro niños perdidos en la selva colombiana durante 40 días.
Comandante del Comando Conjunto de Operaciones Especiales de las Fuerzas Armadas, al mando de casi 200 rescatistas, entre militares e indígenas, Sánchez admite haberse sentido "impotente" en algunos momentos.
En conversación con la AFP, revela que los originarios durante la búsqueda de Lesly (13 años), Soleiny (9), Tien Noriel (5) y Cristin (1) hicieron uso del yagé, una bebida tradicional indígena elaborada con ayahuasca, que utilizan para entrar en trance espiritual. También detalla las amenazas de disidentes de las FARC contra la familia de los menores y destaca que los hermanos resistieron casi tanto tiempo en la selva como sus hombres mejor preparados.
A continuación, apartes de la conversación:
-¿Cuál fue el momento más duro de la búsqueda?
Encontramos la aeronave el 15 de mayo y tres días después habíamos recogido tantas evidencias como el tetero, las tijeras, el moño, un refugio, un maracuyá recién comido y huellas muy recientes- de unas 24- 48 horas. Dijimos: hoy los encontramos(…) Inmediatamente movimos más tropa: infiltramos por rapel operadores especiales y les dije: "no deben parar hasta encontrar estos cuatro menores". Son 24 horas de su vida donde van a entregar absolutamente todo en medio de lluvia, en un terreno supremamente hostil. No encontramos absolutamente nada. La lluvia había borrado toda huella y yo decía: "¿dónde están? ¿Qué pasa aquí? Hay algo extraño, algo que no estamos haciendo bien".
Sentía impotencia. Cuando llegaba a la casa abrazaba a mi hijo, lo veía cubierto, dormido en cama y se me trasladaba la mente a lo profundo de la selva y me imaginaba a cuatro menores con condiciones contrarias y tal vez próximos a morir.
-¿Cambiaron sus convicciones espirituales?
Al interactuar con estas comunidades (indígenas) entiendo un poco mejor sus creencias. Así como algunos rezamos a Jesucristo, a la Santísima Virgen -y otros a Buda- pues algo mágico tiene esta cultura que le reza a la naturaleza y la madre selva.
Aplicábamos la ciencia militar. Al conocer esa espiritualidad que ellos manejan hubo algo que encajó y que finalmente condujo a encontrar a estos cuatro menores. Los indígenas tomaron yagé y en sus visiones orientaban diferentes puntos.
Hicieron muchas observaciones en otros lados y no encontrábamos absolutamente nada. Pero esta última apuntó donde estaban nuestros cuatro menores y se alineaba con la ciencia militar, con las evidencias que habíamos encontrado. Estábamos ahí, habíamos pasado muy cerca, pero ocurrió ese milagro.
Yo simplemente replico las palabras que ellos (los indígenas) dicen: Los espíritus de la selva fueron benévolos al final y la madre naturaleza los devolvió.
-¿Hubo militares heridos?
Cuatro de nuestros hombres sufrieron lesiones: uno en un ojo, otro en un labio, otro se cortó un dedo, otro un golpe en la espalda, y los tuvimos que extraer.
Fueron los únicos heridos, en un terreno muy hostil y con una amenaza latente.
-¿Cuál era esa amenaza?
Las disidencias del grupo narcotrrerorista de las FARC. Cuando ocurrió el accidente había cese bilateral al fuego con esa disidencia, pero en medio de la búsqueda se rompió ese acuerdo porque asesinaron (a cuatro indígenas).
-¿A cuántos kilómetros del sitio del accidente hay rebeldes?
Calculamos que están a unos 60 kilómetros, por eso teníamos un dispositivo alerta.
Allá hay unas rutas del narcotráfico que van principalmente de Colombia hacia Brasil con tráfico de cocaína y de marihuana. Y también de armas que regresan desde Brasil hacia Colombia.
-¿La familia huía de estos disidentes?
Don Manuel, el padre de los niños, me manifestó que salió por amenazas. Le pedían un porcentaje que recibían las comunidades indígenas (de Araracuara) por bonos de carbono. Exigían el 10%.
-¿Les quedaba algún alimento a los niños cuando los encontraron?
Lo único que estaban consumiendo eran frutos silvestres. Una de las niñas tenía una pepa (semilla) en la boca. Estaba madurándola esperando que tuviera algo que se pudiera masticar. La niña mayor -nos cuenta uno de los familiares- alimentó a la menor cogiendo frutas masticándolas y echándolas en un recipiente con agüita.
-¿Todos los pasajeros adultos murieron de inmediato?
-¿Por qué recordar la historia lo pone al borde del llanto?
Debajo de este uniforme hay un ser humano que también siente, que también ha enterrado a sus padres. Es más, enterré a un hermano que, siendo militar, murió defendiendo a los colombianos.
(Y.Yildiz--BBZ)