Sudáfrica, centro de financiación del terrorismo islamista
Sudáfrica está considerado como un centro de financiación del grupo Estado Islámico (EI), que ve en el continente africano un espacio de conquista tras su derrota en Irak y Siria en 2019.
El país más desarrollado de Africa fue señalado por Estados Unidos, que en 2022 sancionó a empresas y ciudadanos sudafricanos sospechosos de facilitar transferencias de fondos para el EI y otros grupos islamistas.
"La vigilancia ha sido insuficiente durante 20 años porque Sudáfrica nunca se ha visto tocada por problemas de terrorismo", explica a la AFP Hans-Jakob Schindler, director del centro de reflexión Counter-Extremism Project (CEP).
"Son los estadounidenses quienes dijeron que algo no va bien en vuestro país", añade este antiguo experto de la ONU. "El gobierno entero está ahora trabajando" en eso.
En marzo, el Grupo de Acción Financiera, una organización de lucha contra el blanqueo con sede en París, incluyó a Sudáfrica en una "lista gris" de países a los que le falta rigor en la lucha contra la financiación de actividades ilícitas.
"Ahora está internacionalmente admitido que somos un centro de operaciones" de financiación, lamenta la experta antiterrorista sudafricana Jasmine Opperman.
"Sudáfrica es coto de caza para transferencias de fondos (...) a manos de terroristas", asegura esta experta, que evoca el rol de activistas favorables a Al Qaida, al movimiento palestino Hamás o al libanés Hezbolá, cercano a Irán.
Martin Ewi, coordinador de un observatorio del crimen para el Instituto de Estudios de Seguridad de Pretoria, confirma que "un cierto número de incidentes han dado desgraciadamente la impresión de que África era un centro de financiación del terrorismo".
- Incremento de fondos -
Este fenómeno está vinculado a la naturaleza democrática del país y a un sistema bancario a la vez muy desarrollado y suficientemente abierto para permitir todo tipo de actividades ocultas.
La toma de conciencia coincide con un momento en que el EI, como Al Qaida, tienen en África el eje central de su desarrollo.
Varios grupos que les han jurado lealtad están ahora diseminados por Somalia, el Sahel, el lago Chad, Mozambique o la República Democrática de Congo.
"Desde hace cinco años. África se ha convertido en más y más importante" para el EI, dice Schindler.
Pero el papel de Sudáfrica en la proliferación de este grupo se remonta a más de una década atrás, dice Ryan Cummings, analista de la sociedad privada Signal Risk, con sede en Ciudad del Cabo.
Cita informaciones de los servicios de espionaje conforme el grupo Al Shabab de Somalia ya hizo transitar fondos después de los ataques a un centro comercial en Nairobi en 2013.
"Evidentemente, con el impulso del EI y su presencia directa en Mozambique" emerge la tesis de "un incremento de fondos (...) procedentes de Sudáfrica hacia Mozambique y grupos del continente africano, en particular la filial del EI en RDC", dice Cummings.
El cóctel es explosivo: un sistema financiero que funciona bien, una comunidad musulmana activa e importante, una democracia con fronteras porosas, corrupción endémica y organizaciones criminales estructuradas desde hace tiempo.
- 57.000 tarjetas SIM -
En la diana "hay personalidades extremistas sudafricanas bien conocidas, activas desde hace un buen número de año. Se aprovechan de estructuras financieras abiertas", resume Tore Hamming, del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización en Londres.
Los fondos proceden de un abanico de actividades: desde el tráfico de drogas o minerales preciosos a secuestros o extorsiones a través de perfiles falsos de la aplicación de encuentros Tinder.
Las estadísticas de la policía sudafricana muestran que el número de secuestros se duplicó a 4.000 entre julio y septiembre de 2022 respecto al trimestre precedente.
El Tesoro estadounidense también asegura que hay sociedades-pantalla que trabajan en los sectores de las piedras preciosas, el oro o la construcción.
El dinero circula a través de múltiples transferencias de sumas demasiado bajas para llamar la atención.
El equivalente a unos 340 millones de dólares salió de Sudáfrica hacia Kenia, Somalia, Nigeria y Bangladés a través de unas 57.000 tarjetas SIM no registradas entre 2020 y 2021, según una investigación del semanario sudafricano Sunday Times.
Es un proceso que ni los servicios secretos más competentes del planeta pueden detectar. Otros fondos se mueven por el sistema hawala, un método de pago informal basado en la confianza, todavía más difícil de rastrear.
- Reapertura de antiguos casos -
La magnitud de los fondos destinada a los yihadistas es todavía desconocida, así como el reparto entre las filiales regionales de estos grupos.
Pero no falta dinero: los grupos yihadistas "ganan más que suficiente", asegura Schindler.
Documentos internos del EI, consultadas por Tore Hamming, muestran también que su filial se queda la mitad de fondos recaudados en Somalia. Una cuarta parte se paga a la central de la organización y el resto se reparte entre Mozambique y la RDC.
Uno de los sospechosos sudafricanos señalado por Estados Unidos se llama Farhad Hoomer, de 47 años, con sede en Durban.
En 2022, fue objeto de sanciones del Tesoro estadounidense por "un papel cada vez más central en facilitar transferencias de fondos desde la cúpula de la jerarquía hasta las filiales a través de África".
Él niega trabajar por la AFP. Contactado por la AFP, evocó su "sorpresa" y afirma que no tiene "ninguna idea" del motivo de sus sanciones. "Espero las pruebas desde hace un año", añade.
Detenido en 2018, fue acusado de preparar la colocación de artefactos incendiarios cerca de mezquitas y tiendas, pero todas las acusaciones fueron retiradas.
Pero Sudáfrica ha reabierto algunas carpetas y da muestras de querer limpiar su sistema financiera. Martin Ewi, que trabaja mano a mano con el gobierno, indica en este sentido que varios individuos son objeto de investigaciones por hechos que se remontan hasta 2017-2018.
"El gobierno adoptó una estrategia muy voluntarista", cree.
El Parlamento aprobó a toda prisa varias leyes, entre ellos una sobre blanqueo de capitales y la lucha contra la financiación del terrorismo, promulgada por el presidente Cyril Ramaphosa antes de Navidad.
Y el 19 de mayo, el ministro de Seguridad, Khumbudzo Ntshavheni, prometió velar para que "el territorio sudafricano no sea utilizado más para preparar, facilitar o llevar a cabo actos de terrorismo, o para adquirir, desplazar, almacenar y utilizar fondos en apoyo del terrorismo".
(S.G.Stein--BBZ)