Comunidades rurales del oeste de Estados Unidos abrazan ideas separatistas
La frontera entre el estado de Oregon y su vecino más conservador Idaho está marcada por las imponentes Montañas Rocosas. Pero para algunos habitantes de esta región predominantemente rural, esta línea tiene que ser modificada más allá de lo geográfico.
Debbie Price, de 64 años, una residente de Joseph, una pequeña comunidad rural en Oregon cercana a la línea divisoria entre ambos estados, pertenece a un movimiento local que quiere que se rediseñe el mapa de la región este del estado para poder separarse y unirse a Idaho, reducto de ideas más conservadoras al que se siente más afín.
"Quizás soy chapada a la antigua (...) Pero no quiero avances ni intentar ir en la dirección hacia la cual el mundo camina", declara a la AFP bajo un sol radiante esta asistente jurídica jubilada.
"Hay muchas más libertades en Idaho que aquí", dice Price quien cuestiona, sin embargo, las estrictas leyes de Oregon para el porte de armas de fuego, así como su política flexible de consumo de drogas, la despenalización del aborto y la defensa de los derechos de personas de la comunidad LGBTQ+.
"Quiero que todo permanezca como está", comenta Price, o sea sin los cambios que atribuye a la agenda "woke" (término usado para grupos o tendencias más progresisas). Por ello, aplaude a las autoridades de Idaho por criminalizar el aborto.
Oregon no ha elegido a un gobernador republicano en 40 años. Pero la división política es visible geográficamente: los condados rurales votan por republicanos conservadores, en tanto que las urbes, que concentran la mayoría de la población en el oeste del estado, son mayoritariamente demócratas.
- "Gran Idaho" -
En el área rural muchos votantes se sienten más distantes de la élite urbana que vive en la costa del Pacífico que del estado vecino. Por lo que ha cobrado fuerza la propuesta de crear un "Gran Idaho" que abarque la mitad de Oregon.
Once de los quince condados del este aprobaron leyes locales para obligar a los funcionarios públicos a debatir de forma periódica los términos de una hipotética secesión. El martes, el condado Wallowa, donde vive Debbie Price, someterá a votación una medida similar.
En un clima de frustración en esta región poco poblada de Estados Unidos, abundan pancartas como "Muevan la frontera de Oregon" y "Trump 2024", en referencia a la elección presidencial del año que viene.
Los habitantes de estas comunidades sienten que las leyes que emanan de las urbes ignoran su modo de vida rural.
Reclaman de políticas ambientales como la protección a los lobos, que para ellos son una amenaza a su ganado, o la restricción a las actividades de tala, que ven como causante del declive de la industria maderera.
También cuestionan el impulso a alternativas al uso de combustibles fósiles.
"La prohibición del diésel es una idea horrible, creo que va a destruir nuestra economía", afirma Garrett Mahon, un maderero que tala en un terreno que pertenece a su familia desde hace un siglo.
"Muchos de los hacendados aquí no pueden usar equipos alimentados por baterías", dice Mahon mostrando la potente sierra con la cual tala árboles de gran tamaño.
- "Guerras culturales" -
Mahon, quien por ser cazador carga siempre consigo un rifle semiautomático, considera poco probable una eventual secesión.
"No creo que realmente podamos separarnos de Oregon. Es algo que exigiría mucho trabajo. Pero quizás, a esta altura, quizás nos escuchen".
Pero por ahora, el "Gran Idaho" no parece más que un sueño.
Cambiar la frontera requeriría la aprobación de las asambleas legislativas de Idaho y Oregon, además del visto bueno del Congreso en Washington. Un escenario altamente improbable en Estados Unidos, con una larga historia de separatismo: la Guerra Civil dio origen a la Virginia Occidental en 1863, y California ha resistido a más de 200 intentos de secesión.
Los demócratas se burlan de la propuesta separatista.
En un pícnic reciente regalaban cajas de mudanza para quienes defienden cambiar el mapa.
Pero todo chiste tiene un fondo de verdad.
"La democracia estadounidense está en aprietos", comentó Devon Maxwell, un abogado de 27 años que pertenece al partido demócrata. "Hay tantas guerras culturales".
"Lo que el movimiento a favor de un Gran Idaho hace es empeorar la situación y las divisiones que ya existen en la comunidad".
La Cámara de Representantes de Idaho aprobó en febrero una resolución para discutir un eventual proyecto separatista.
Esto ha dado impulso a los defensores de la secesión como el grajero Curt Howell, de 67 años, que cree que la idea puede aplicarse más allá de Oregon.
"Podríamos cambiar las fronteras del oeste (...) es más fácil vivir con personas que tienen ideas afines".
Howell defiende una separación pacífica, pero "si nada mejora en Oregon en los próximos cinco o diez años, las cosas pueden empeorar mucho".
(A.Berg--BBZ)