La sociedad civil de Hong Kong trata de resistir
Desde que salió de prisión hace dos años en Hong Kong, Lau Ka-tung ha perdido la cuenta de cuántas veces volvió detrás de los barrotes, no como detenido sino para ayudar a otros activistas prodemocracia encarcelados tras las manifestaciones masivas de 2019.
En este centro financiero chino, los hongkoneses como Lau aún sufren las repercusiones de las protestas, a veces violentas, que sacudieron la ciudad entre junio y diciembre de 2019, antes de la represión de Pekín que dejó miles de detenidos.
"Desde 2019, los tribunales y las cárceles trataron regularmente con presos políticos", declara a la AFP este trabajador social.
Durante las protestas prodemocracia intentó mediar en un enfrentamiento entre autoridades y manifestantes, lo que le valió seis meses de cárcel por "obstrucción a la policía".
"Todo me pareció incomprensible y aterrador (...) En esa época, me quebré emocionalmente, no paraba de llorar", admite el joven de 27 años.
Hoy, Lau va casi diariamente a las cárceles de Hong Kong para calmar la angustia de otros manifestantes encarcelados y sus familias.
"Los que pasaron un largo tiempo detenidos buscan un apoyo emocional, mientras que los que acaban de llegar quieren conocer los procedimientos y las reglas no escritas", explica.
Algunos le preguntan cómo escribir al juez para pedir clemencia, otros solo necesitan hablar con alguien, como cuando el joven Lau entabló una discusión sobre literatura china con un activista prodemocracia.
Con el reducido número de trabajadores sociales especializados en el movimiento de protesta de 2019 en Hong Kong, "si renuncio, la pequeña minoría será aún más escasa", declara Lau Ka-tung.
- Una sociedad civil "atomizada" -
Las protestas de 2019, nacidas del rechazo a un proyecto de ley posteriormente retirado que pretendía permitir las extradiciones hacia China continental, se convirtieron rápidamente en un gran movimiento por la democracia que reclamaba más libertad.
Más de 10.000 personas fueron detenidas en las manifestaciones, de las cuales 6.000 aún esperan ser acusadas formalmente, y otras 150 fueron inculpadas en virtud de la ley de seguridad nacional, promulgada en 2020 tras las manifestaciones.
Hasta ahora, la tasa de condena en casos de seguridad nacional ha sido del 100%.
La represión diezmó la sociedad civil de Hong Kong, otrora dinámica, e hizo derrumbarse la oposición política y con ella el activismo. Más de 60 grupos, entre ellos los dos mayores sindicatos prodemocracia, fueron disueltos.
Aunque la Liga de los Socialdemócratas (LSD) sigue en pie, el partido antaño conocido por sus campañas y sus megáfonos, hoy solo puede tener un puesto en un lugar designado, y sus pancartas son examinadas por la policía.
"La sociedad civil se ha visto atomizada", explicó a la AFP Dickson Chau, vicepresidente del partido, lamentando una situación "tan sombría" que "nadie quiere involucrarse en acciones".
Los miembros de la LSD tienen prohibido manifestar en los días "políticamente sensibles", pero el partido sigue oponiéndose a ciertas políticas gubernamentales.
"Los ciudadanos no pueden expresarse en público (...) pero Hong Kong aún no es un estanque de agua", advierte Chau.
- Crear espacios -
Ante la represión de las protestas en las calles, algunos tratan de crear espacios alternativos.
"Es muy valioso tener un espacio porque ya no hay muchas organizaciones ni lugares" donde reunirse, explica Sum Wan-wah, periodista que abrió una librería junto con antiguos reporteros de Stand News, una plataforma online de noticias independiente que cerró tras la detención de sus redactores por "sedición".
Desde su apertura en mayo de 2022, la librería "Have a Nice Stay" ("Tenga una buena estancia") registró más de 1.500 miembros y organizó más de 50 eventos a puerta cerrada sobre distintos temas.
La librería, cuyos libros tratan mayormente la alfabetización mediática, el desarrollo democrático y el autoritarismo, no se libra de las presiones y de la vigilancia a través de inspecciones.
El año pasado, sus participantes fueron interrogados por la policía.
Sum quiere seguir siendo optimista, aunque teme que "los esfuerzos (realizados) terminen por convertirse en humo".
(T.Burkhard--BBZ)